La Jornada reporta que, casualmente, dos de los puentes que se están construyendo en el DF se terminarán en Junio y no en Agosto como estaba planeado.
Pero claro que los quieren poner “en funcionamiento” antes de las elecciones en Julio; por eso es tan “atinado” el adelanto de las obras, que como de costumbre en el GDF, se malterminarán a marchas forzadas, y varios meses después aún se verán obreros dando los últimos toques como ha pasado con el segundo piso de periférico, el distribuidor vial de Zaragoza, los puentes de eje 3 Oriente y un sinfín de obras.
Y por más que la capital y en general todo el país requieran de esta infraestructura, es absurdo que los aceleren de esa manera únicamente para “cumplir” antes de las elecciones y darle, aunque ellos digan que no es así, un uso electoral a lo que en realidad es el TRABAJO del gobierno. Porque por muy discretos que se quieran ver, deberían darse cuenta de que la gente no se chupa el dedo y se da cuenta a meses de distancia, cuando se hacen estas maniobras electoreras que constituyen un insulto a la gente que paga las obras con su dinero, como para que luego nos las vengan a “vender” a cambio de nuestro voto.
Muchas naciones, entre ellas México, han recorrido un largo y tortuoso camino para lograr su independencia, defenderse de otros países, y lograr un poco de avance y desarrollo. Toda la sangre y todo el sudor derramados en nombre del país hacen que para mucha gente el concepto de “patria” sea sagrado e intocable, y se llegue a extremos insospechados para defenderlo.
En México hay varios artículos de la constitución y otras leyes que proveen un marco jurídico para garantizar que la patria y sus símbolos sean respetados. Por ejemplo el artículo 33 de La Constitución dice
LOS EXTRANJEROS NO PODRAN DE NINGUNA MANERA INMISCUIRSE EN LOS ASUNTOS POLITICOS DEL PAIS.
La LEY SOBRE EL ESCUDO, LA BANDERA Y EL HIMNO NACIONALES dice:
Los particulares podrán usar la Bandera Nacional en sus vehículos, exhibirla en sus lugares de residencia o de trabajo. En estos casos la Bandera podrá ser de cualquier dimensión y con el escudo impreso en blanco y negro. El particular observará el respeto que corresponde al símbolo nacional y tendrá cuidado en su manejo y pulcritud.
Estas leyes que suenan completamente razonables han sido sin embargo tergiversadas por el actual gobierno de México. Sobre el mismo sobran expletivos pero me los voy a ahorrar, no vaya a haber una “ley para proteger la imagen del gobierno contra víboras y tepocatas” en la cual vayamos a caer.
En lugar de eso me voy a remitir a los puros hechos. Primero, “El gobierno mexicano investiga si el cantante hispano-francés Manu Chao violó el artículo 33 de la Constitución mexicana, que prohíbe a los extranjeros inmiscuirse en asuntos políticos al hablar de terrorismo de Estado“. Lo que hizo Manu Chao fue llamar a la matanza de Atenco en 2006 “terrorismo de estado”. Exactamente cómo constituye esto “inmiscuirse en asuntos políticos”, siendo que la declaración se dio en el contexto de un concierto y no corresponde más que a un comentario sin ninguna intención de injerencia en la política o quehacer en México, queda completamente sin explicación. Así pues, el gobierno mexicano busca una “sanción” por un comentario político. Supongo que el siguiente paso será tener micrófonos en todos los restaurantes porque la política es un tema habitual de conversación y es un hecho que el pobre desempeño histórico del gobierno mexicano, y en particular de los gobiernos panistas que azotan con el fuete de su incompetencia al país desde el año 2000, siempre deja mucho de qué hablar, y no siempre en los términos más halagadores.
Desde luego que el gobierno mexicano no dijo ni pío sobre la reciente visita de Hillary Clinton, que obviamente viene a inmiscuirse, no solamente como observadora; tampoco sobre la visita del presidente francés Sarkozy, que fue un escándalo en ambos países por las impropiedades que se cometieron por ambas partes. No, esto se hace contra un artista y no persigue otro fin que dar la impresión de que “el gobierno sí hace algo”.
El otro caso quizá deja un poco más de duda: Empresa editorial es sancionada por violar la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, en un video publicado en Internet. Como parte de un “comercial artístico”, alguien portando una bandera de México se roba algo. Desde luego la Secretaría de Gobernación se rasga las vestiduras y se lanza con todo contra la empresa productora del video, que inmediatamente recula y lo retira en medio de profusas disculpas, todo ello no obstante que la ley en cuestión es completamente ambigua y deja a la completa interpretación de (quien más) la autoridad los conceptos de “respeto”, “manejo” y “pulcritud”.
De nuevo es aplicar criterios distintos para alcanzar un impacto mediático y una impresión de “estamos trabajando”. La bandera de México se ha visto en infinidad de lugares y personas que cometen crímenes, la pregunta es, ¿por qué la SG no persigue a los asaltantes que visten ropa con banderas de México?
La conclusión que se puede sacar de estos dos artículos es la de una desesperación por parte del gobierno, que incapaz de obtener resultados en los rubros realmente importantes (seguridad pública, economía, migración, derechos humanos) queda reducido a encontrar estas “leyecitas” obscuras y cuyo fin, quizá alguna vez loable, se utiliza ahora para coartar la libertad de expresión y para dar al gobierno algo qué hacer, contra gente legítima y honesta, en lugar de dedicarse a combatir a los verdaderos criminales.
Or, was it an accident? There’s plenty of speculation about the plane crash that cost Juan Camilo Mouriño, Mexico’s secretary of the interior (Secretario de Gobernación) and (so far) 12 other people their lives. Theories ranging from a simple accident to a narco-fueled vendetta abound.
But the fact is that the tragedy should be looked at from a humanitarian point of view. 13 dead and over 40 injured, 3 of which might also die in the next few days. It’s a time for mourning, yes, but for us to mourn for all the people who died, not just mr. Mouriño; a time for the entire mexican society to give their support to the families of the deceased, just as we would in any other tragedy.
Let me be cold-hearted for a while and state this: Mouriño’s death will not have a great impact for Mexico or even for president Felipe Calderón’s team, his plans or aspirations. Because for all the power his position brought, Mouriño himself was a rather grey politician. So yes, let the president give speeches about how we lost a “great mexican” (he was born in Spain so even that is debatable). But the truth is, Mouriño will get replaced by someone else, with similar political prowess, capabilities, aspirations and a similar position to further Calderón’s plans, whatever they are. And in the public eye, Mouriño will fade and then disappear, to become a footnote like Ramón Martín Huerta (whose name, incidentally, has resurfaced in connection with the Mouriño tragedy).
He will disappear, that is, in the eyes of everybody but his family and friends: these people didn’t just witness the death of a high-ranking government officer; they lost a friend, a father, a husband, and a son. To them, and to all the relatives of the deceased, the tragedy has a very personal feel. This is the level at which us normal people can empathize and understand the magnitude of what happened, for any loss of human life is to be regretted. So indeed, let our prayers (for those who pray) and our condolences and best wishes be with mr. Mouriño’s family, as well as with those of all the others who lost their lives or were injured in the tragedy.