Guillermo Pérez ganó una medalla de oro para México en las olimpiadas de Pekín. ¡Felicidades! Aunque lo triste es que ahora las autoridades cacarearán la medalla como si fuera de ellos, y alegarán que México está a la altura de países como Argentina e India, y por encima de otros como Portugal.
Nada más lejos de la realidad. Dejemos en claro que la medalla, y muy particularmente la de Tae Kwon Do, es un logro muy exclusivo del atleta, sus entrenadores, y su familia, ya que afortunadamente es un deporte cuyo requerimiento básico es entrenamiento y disciplina. Dios los librara si hubiera sido un deporte donde se requiriera más apoyo, o uso de las instalaciones oficiales (ciclismo, canotaje, clavados). Y a las autoridades debería darles vergüenza el no apoyar a Guillermo desde el inicio, sino apenas ahora, que se ha convertido en una estrella.
El apoyo se tiene que dar desde antes, desde el momento del entrenamiento y la preparación, por no soñar y decir que se debe apoyar desde edad temprana para encontrar y desarrollar talentos. La diferencia básica entre las gimnastas chinas de primer lugar, y la mexicana de lugar 57 (sí, 57) son los años de entrenamiento de calidad desde temprana edad, así como apoyo para que el atleta se pueda dedicar de lleno a su entrenamiento; propuesta difícil en México donde la mayor preocupación es obtener el sustento diario.
De los 85 mexicanos que fueron a Pekín, la gran mayoría fue a hacer el ridículo. Sobre todo indigna la altanería de los mismos atletas, que elogian su propio rendimiento: “me fue muy bien”. La realidad desmiente estas afirmaciones viniendo de boca de atletas que quedaron últimos en sus rondas clasificatorias.
Ir a los juegos olímpicos no es barato, y menos si se piensa que se hace con dinero de los contribuyentes. Yo preferiría que NO se empleara mi dinero para mandar a esta gente prepotente y poco competitiva (y ni hablar de los dirigentes que únicamente se van de vacaciones). Y además de la obvia necesidad a largo plazo de fomentar una cultura que genere deportistas de calidad, lo que se tiene que hacer es apretar los criterios para selección de los atletas que van a los juegos olímpicos.
Gente como la gimnasta que tuvo lugar 57, la nadadora que acabó última en su clasificación a pesar de romper el récord Mexicano, o la triatleta que fue descalificada antes de iniciar la tercera fase, no tienen nada que hacer en juegos olímpicos. Independientemente de que sean las mejores del país, se debe analizar su competitividad a nivel mundial, y aún cuando alcancen las marcas clasificatorias dictadas por las federaciones internacionales, México debería con honestidad NO enviar a atletas que no tienen una posibilidad real.
El pretexto del fogueo internacional no se vale, y menos cuando eso implica un gasto enorme con la única finalidad de ir a hacer el ridículo sin ninguna posibilidad de medalla.
Descaradamente, las autoridades saben que están enviando a gente mal preparada para el evento. De los pocos competidores humildes, la mexicana que no pudo completar el triatlón se disculpó comentando que lleva poco tiempo participando en este deporte. Esto es inaudito, e implica que las autoridades sabían que ella no estaba bien preparada. Es decir que todo el dinero que se gastó en su pasaje a China fue un desperdicio que bien podría haberse empleado en apoyarla para que tuviera un mejor entrenamiento y mayores posibilidades en otras competencias.
También de aplaudir es la humildad de competidores como la maratonista Madaí Pérez, quien de nuevo se disculpó por no haber obtenido un mejor lugar, a pesar de haber obtenido un buen tiempo, estar en la posición 19, e incluso llegar adelante de estrellas como Paula Radcliffe, poseedora del récord mundial, o Deena Kastor, medallista de bronce en Atenas y que no pudo completar la competencia.
]Pero el patrón que se observa es uno donde los atletas preparados y con buena actitud son los menos. Es a ellos a quien se debería mandar, y no a los que únicamente van “de paseo”, y mucho menos, MUCHO MENOS, a las autoridades, como el señor Carlos Hermosillo, que estaba muy contento en las tribunas, viendo perder a los mexicanos, y al ser entrevistado comentó que no le parecía sorprendente, ya que ellos tenían un análisis de las posibilidades reales de cada atleta y sabían en qué deportes había posibilidad de, pues, NO HACER EL RIDÍCULO.
Entonces, señor Hermosillo, ¿PARA QUÉ CHINGADOS LOS MANDARON?